miércoles, 17 de agosto de 2011

CONICET: Tecnópolis y un falso antagonismo

Publicado en edición impresa La Nacion 17/8/2011

El Gobierno debería inspirarse en el éxito de la exposición de ciencia y tecnología para financiar debidamente esas áreas







CON merecidos elogios de visitantes que acuden en forma masiva, se desarrolla la muestra Tecnópolis, realizada como parte final de los festejos por el Bicentenario. Es una lástima que el gobierno nacional haya pretendido crear un absurdo antagonismo entre el campo, representado por la tradicional Exposición Rural, y el futuro, ejemplificado por la novedosa Tecnópolis. No menos lamentable resulta que, hasta ahora, no pueda saberse con certeza el costo real de esta imponente muestra sobre ciencia y tecnología.

Paralelamente, y por desgracia, la inversión argentina en investigación y desarrollo no llega a cumplir las metas que se había fijado el propio Gobierno.

Inaugurada en un predio de 60 hectáreas en Villa Martelli, partido de Vicente López, con entrada gratuita, la muestra gira en torno de los desarrollos en materia científica y tecnológica nacional de los últimos dos siglos.

Uno de sus atractivos, especialmente para los menores, son los stands donde es posible tocar, experimentar e interactuar en lo que hace a ciencia básica y aplicada. "Es un lugar de esparcimiento, pero también de aprendizaje", afirmó Lino Barañao, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, cartera creada en 2007.

No caben dudas de que se trata de una impactante megaexposición. La concurrencia masiva que refrenda el éxito del emprendimiento, y que con frecuencia provoca embotellamientos en la avenida General Paz, demuestra que estuvo acertado el gobierno de la ciudad cuando negó la autorización para que la muestra se instalara sobre la avenida Figueroa Alcorta, junto al parque Thays, al sostener que colapsaría el sistema de transporte. Además, iba a coincidir con la Exposición Rural, lo cual iba a provocar un auténtico caos de tránsito. La negativa del gobierno de Mauricio Macri fue mal recibida por las autoridades nacionales, que en su momento pretendieron politizar la lógica reacción del gobierno porteño y quisieron contraponer ambas exposiciones -la rural y la tecnológica- concibiéndolas como antagónicas. Una falacia.

La polémica se trasladó luego al partido de Vicente López, donde concejales de la oposición sostuvieron que la exposición debía clausurarse pues, en el momento de su inauguración, no existía una habilitación oficial, aunque sí el acuerdo del intendente Enrique García.

En cuanto al costo, informaciones no oficiales pero de voceros gubernamentales lo ubicaron en torno de los 60 millones de pesos, aunque el cálculo de la oposición lo eleva a 200 millones y hay versiones que triplican esta última cifra. Se sabe que en varios casos se ha pedido la colaboración de empresas privadas para proveer elementos. La Unidad Ejecutora Bicentenario y la comuna de Vicente López firmaron un convenio por el que la primera se comprometió a pagarle a la segunda cinco millones y medio de pesos.

Es de lamentar que el Gobierno, fiel a su acendrada obsesión por impedir el libre acceso a la información pública, no informe los costos reales de una exposición que desde el primer momento se ha convertido en un éxito indiscutible en cuanto a asistencia de público. En este sentido, el secreto no hace más que alimentar rumores y sospechas.

Como elementos negativos se ha señalado la falta de rampas para discapacitados y el hecho de que el exceso de público ha imposibilitado a muchos visitantes el acceso a muchos de los stands.

Tampoco ha sido acertado dejar prácticamente de lado al Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), entidad de vasta experiencia y cuyo presidente, Enrique M. Martínez, envió un correo electrónico a todo su personal en el que solicitó que quienes visiten la muestra le transmitan sus impresiones, para "ayudar a perfilar la forma de mejorar la presencia de la institución en ese evento", ante "su casi nula participación actual".

Es de esperar que Tecnópolis fomente el interés por la ciencia y la tecnología no sólo en el público, sino también en las autoridades. Si bien la inversión argentina en investigación y desarrollo ha ido ascendiendo desde 2003 y ha superado los niveles de los años 90, aún no se ha alcanzado la meta fijada por el Gobierno en el plan del Bicentenario de llegar al uno por ciento del PBI. En 2009, último año del que se tiene información, sólo alcanzó el 0,60 por ciento del PBI. Mientras tanto, Brasil se vuelca a la innovación y ha lanzado un ambicioso programa que pretende atraer a científicos extranjeros.

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